Pongo el mismo título que el
artículo de El País, porque me parece simbólico. Hoy se habla de cómo se esta complicando la cosa entre el Ayuntamiento de Madrid y los organizadores del Orgullo Gay después de que
la semana pasada se prohibieran las actuaciones en la plaza de Chueca.
Quedan 15 días para celebrarlo y el "ambiente", nunca mejor dicho, esta bastante caldeado. Solo espero que el señor alcalde recapacite. Más que nada porque es una vez al año, es una fiesta que tiene ya un carácter internacional, que genera en las arcas de Madrid atención:
más de 100 millones de euros de ingresos, pero sobretodo porque:
"La fiesta tendría que tener el mismo carácter de excepcionalidad que se aplica a otras celebraciones madrileñas como las de La Paloma, San Isidro o la Noche en Blanco."
¿O qué pasa? Esas fiestas si y la nuestra que es, no ya otra más, sino la más multitudinaria, la que más dinero ingresa y más gente (
casi 2 millones de visitantes) atrae a la capital, ¿no?
Parece que el Ayuntamiento de Madrid esta contra las fiestas del Orgullo Gay cuando además se ha logrado minimizar "en un 70% el impacto medioambiental en el barrio en los últimos dos años" tal y como explica el portavoz de la organización.
Sea como sea y les guste o no.
Chueca es Chueca, el barrio gay de Madrid, y ahí lo vamos a celebrar. El barrio que tanta gente de la comunidad LGTB ha levantado. Si, porque han sido ellos, nosotros, con sus negocios, presencia, innovación, mejoras, ideas, creatividad y esfuerzo los que han convertido en uno de los puntos neurálgicos de Madrid.
Considero que el respeto por los vecinos es muy importante y por eso este año tiene prioridad con el plan Orgullo Sostenible. Pero como ocurre en todas las celebraciones y fiestas que hay a lo largo del año en la ciudad, cuando uno vive en una zona, conoce lo que pasa durante unos pocos días.
Con la imagen que ilustra este post creo que queda bastante claro la potencia del Orgullo Gay. Se ha convertido en
la fiesta de Madrid y una de las más esperadas en España, le pese a quien le pese. No hacen falta argumentos, tan solo volved a mirar la foto.