Sylvia JiY ya lo ves, estoy hablando de ti otra vez, sé que no se puede, que es imposible, pero no importa, me gusta inventar. Nada importa si total, hundimos la cabeza entre tus senos y chupamos tu pelo como si fuera apio.
Y vemos nuestras caras retratadas allí donde sabes que está la palabra felicidad escrita de la forma más desconocida.
Nos empujaba hasta el borde de la cama. Descolgaba las piernas y nosotros, apoyados sobre la pared, nos tirábamos de cabeza por el único camino que había en el mundo. Y nos dijo que se iba a ir, y la vieja Carmen que tocaba a la puerta, para que le apuraramos. Pero nosotros jamás saldremos.
Angelitos empantanados, Andrés Caicedo
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