Cuanto te habrá dolido acostumbrarte a mí,
... a mi alma sola y salvaje,
a mi nombre que todos ahuyentan.
Mis palabras llovieron sobre ti acariciándote.
Amé desde hace tiempo tu cuerpo de nácar soleado.
Hasta te creo dueña del universo.
Quiero hacer contigo lo que la primavera hace con los cerezos.
Pablo Neruda, Poema 14
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