He escuchado a un niño
que quería dos manos
entre todas las del mundo
para nacer.
Y las manos no llegaban.
Y él no era.
Y he hablado con un joven.
Que no fue joven
porque la humanidad renuncio a enseñarle
que existe felicidad
¡Y yo que había ido allí
con mi cara virgen de sufrimientos
vi que otras personas
se alimentan de lágrimas!
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